Adolfo Arranz acaba de ser nombrado infografista del año 2023 en los premios Reuters.
¡Enhorabuena, Adolfo!
Es tan buen tipo que en 2009 me regaló esta increíble ilustración para la portada de mi tesis. ¡Gracias, compañero!
Adolfo Arranz acaba de ser nombrado infografista del año 2023 en los premios Reuters.
¡Enhorabuena, Adolfo!
Es tan buen tipo que en 2009 me regaló esta increíble ilustración para la portada de mi tesis. ¡Gracias, compañero!
He comenzado el año visitando China, la segunda dictadura comunista más longeva de la historia (después de Corea del Norte). Salí el 1 de enero de Madrid en vuelo directo de 13 horas hasta Shanghái. El esfuerzo valía la pena. China es un coletazo del “corto” siglo XX, como diría Hobsbawn; la pesadilla de Orwell hecha realidad: un país controlado por cámaras, donde el Gran Hermano siempre vigila y reprime al disidente. Nuestro guía nos lo avisó: “Aquí no hay delincuencia. Si cometes un delito, en media hora tienes a la policía en tu casa”.
Shanghái es una ciudad de 26 millones de habitantes cargada de rascacielos. Posee el segundo edificio más alto del mundo y un nivel de vida parecido al europeo. Es una región muy próspera gracias a las empresas tecnológicas y el comercio. La llamamos la ciudad silenciosa porque —parece increíble— en pleno centro apenas hay ruido gracias a que la mayoría de vehículos son eléctricos.
A pesar de ello, existe un grave problema de contaminación. Cuando salimos del hotel (fui con mi hermana y mi sobrino), nuestro guía nos recomendó usar mascarilla para protegernos de esa niebla gris que envolvía la ciudad. No era por el COVID. “La contaminación viene de las fábricas del norte del país. El viento de invierno la empuja hasta el sur”, nos explicó. Es terrorífico pensar cómo esa nube tóxica recorre miles de kilómetros.
El pueblo chino es silencioso, humilde, educado y, sobre todo, trabajador. La piedra angular de la comunidad es el cumplimiento del deber. En un país de 1.400 millones de personas el paro apenas existe y los expertos auguran que en unos años será la primera economía del mundo (ahora es la segunda, después de EEUU). La economía de mercado impulsada por el gobierno comunista permite que el PIB vaya como un tiro. Todas las grandes marcas tienen tiendas en Shanghái y los precios son tan prohibitivos como en Europa.
Paradojas de la vida, esta ciudad tan capitalista es también la cuna de la revolución. Aquí se fundó el Partido Comunista Chino en 1921 cuando 13 trabajadores se reunieron en torno a una mesa. El lugar todavía se conserva y lo han convertido en una especie de vaticano comunista. Los fundadores aparecen esculpidos en bronce bajo una enorme cúpula como si fueran los apóstoles de Jesucristo. En la sala contigua, un video propagandístico lanza un mensaje que les sonará: gracias al gobierno, el hijo de un minero puede ser médico o profesor. Ese es el gran logro de la revolución. Añaden, además, la épica de la defensa nacional. No olvidan las masacres que cometieron los japoneses en la II Guerra Mundial. Esa herida todavía está abierta.
El pueblo chino parece acomodado en la seguridad del estado policial. No tienen elecciones ni libertad de prensa, pero se sienten fuertes a nivel económico y militar. Ya no tienen que esconderse detrás de una gran muralla porque ahora son ellos los que mandan.
Al margen de todo esto, la peor experiencia fue la comida. No aguantamos lo que hacen con el cerdo en los puestos callejeros. El olor se volvió insoportable y nos persiguió hasta España. No sé, quizá es algo cultural. A nosotros los caracoles nos encantan.
La Revista de Estudios Históricos ha publicado mi reseña sobre el libro Los relatos de la guerra, coordinado por el profesor Alberto Guerrero Martín.
Aquí la revista entera en PDF.
La revista pertenece al Grupo de Investigación de la Guerra Civil y el Franquismo (GIGEFRA), de la Universidad Complutense de Madrid.
Ya está disponible el audiolibro de El oro de Mussolini.
Narrado por el actor Joel Valverde ‼️🔝
Os animo a escuchar el inicio: Storytel – Google Play audiolibro – Amazon audiolibro
El fotoperiodista Juan José Serrano Gómez tomó la imagen del dolor de la Guerra Civil en Sevilla justo después del Golpe de Estado de julio de 1936. Son tres izquierdistas muertos en la calle Rodrigo de Triana. La ha coloreado Eugenio R.
Según la revista Sàpiens, la fotografía de soldados republicanos cruzando el río Ebro fue una simulación para la prensa internacional. La ofensiva republicana comenzó la noche del 25 de julio de 1938 y, como no había luz para tomar fotos, un grupo de soldados del V Cuerpo del Ejército de Líster simuló la mañana siguiente cruzar el río en el pueblo de Miravet (Tarragona).
El 22 de agosto de 1937 los soldados italianos aliados de Franco tomaron el Balneario de Alceda, en Cantabria.
El coronel de transmisiones italiano Cesare Gatti inmortalizó el momento con su cámara. Su fondo se guarda en el Archivio Centrale dello Stato, en Roma.
Dos milicianos antifascistas en la calle Arrabal de Siétamo (Huesca), el 2 de octubre de 1936.
Foto: Agustí Centelles. Archivo Causa General, 1304, Exp. 4.
Mi libro El oro de Mussolini (Arzalia, 2022) se acaba de publicar en italiano con el título Un’occasione d’oro per Mussolini. Quando la Repubblica Spagnola pianificò di vendere parte del suo territorio al fascismo (Logisma, 2023).
Agradezco al editor Gherardo Lazzeri la excelente traducción. Desde este mes de julio está en las librerías italianas.
Se puede comprar online aquí en Mondadori Store y Amazon España y Amazon Italia.
Reseñas del libro en la revista italiana Storia in rete y de Andrea Carlo Cappi.
Celebro que el nuevo gobierno de Marga Prohens mantenga la recuperación de los restos mortales de las personas asesinadas en la Guerra Civil. Esto no es un tema político sino humanitario. Ninguna sociedad con un mínimo de decencia puede negar ese derecho a alguien, por eso todos los diputados de Baleares aprobaron la Ley de Fosas en 2016. El acuerdo PP-VOX establece, sin embargo, la eliminación de la ley de memoria de 2018 para, según dice el texto, “buscar la reconciliación, evitando la manipulación histórica y el uso partidista de las víctimas”.
En estos últimos ocho años de trabajo de memoria democrática en Baleares, he adoptado una posición de apoyo crítico. Hay luces y sombras. He criticado el uso de dinero público para construir un relato desde el poder. La falta de pluralidad ha sido evidente. Se ha contratado a dedo a historiadores afines —algunos sin siquiera ser expertos en el periodo— para contar solo una parte de la Historia. Desde Memoria Democrática alegan que las otras víctimas ya fueron reparadas durante la dictadura. Yo siempre recuerdo las palabras de Santos Juliá: “Un Estado democrático no puede recordar a unos y olvidar o volver invisibles y excluir a otros, como fue el caso de la dictadura, por la simple razón de que una democracia no es una dictadura vuelta del revés”.
No obstante, los avances en la recuperación y dignificación de las víctimas del golpe de Estado y la dictadura han sido enormes. Baleares se ha convertido en una comunidad puntera. Se han recuperado 310 cuerpos, de los cuales se han identificado 59. Han encontrado a tres mujeres que podrían ser las milicianas de la Batalla de Mallorca y se han entregado a las familias los restos de Aurora Picornell y las otras cuatro “Rojas del Molinar”. Asimismo, se han devuelto a las familias 352 objetos y se ha creado una oficina de atención psicológica.
Todavía queda trabajo por hacer. El IV Plan de Fosas prevé seguir buscando a unos 300 milicianos antifascistas enterrados por la zona de Sa Coma, en Sant Llorenç des Cardassar, y ha encargado estudios sobre posibles fosas en Esporles, Son Servera, Eivissa y Formentera.
Otro de los asuntos pendientes es la creación de un museo o centro de interpretación de la Guerra Civil. En España hay ya 35 repartidos por toda la geografía. Hay, además, 60 restos bélicos musealizados. Las comunidades más avanzadas son Madrid, Aragón, Cataluña y País Vasco. Hasta Canadá tiene un museo virtual de la Guerra Civil Española. Por poner un ejemplo, en Cartagena, donde gobierna el PP, hay un museo-refugio con mucho éxito de visitantes. Solo hay cuatro comunidades sin centros de este tipo: Baleares, Canarias, Galicia y La Rioja.
El nuevo gobierno de Baleares debe seguir cumpliendo el mandato de la ONU y garantizar el derecho de las víctimas a “la justicia, la verdad y la reparación”, ya sean de la Guerra Civil, la dictadura o del terrorismo. Asimismo, debe fomentar el conocimiento total de la historia, la que nos gusta y la que no, para dar “garantías de no repetición”. Memoria, historia y reconciliación. Si cumplen con ello, seguiré dando mi apoyo crítico.
https://platform.twitter.com/widgets.jsLes presentamos los mapas 🗺 de los Museos y Centros de Interpretación dedicados a la Guerra Civil y los espacios musealizados, recuperados y puestos en valor, de la Guerra Civil que hemos logrado identificar hasta el momento.
— Museo Guerra Civil Campillo de Llerena (@MuseoGCCampillo) May 23, 2023
Continuamos trabajando… pic.twitter.com/WrTt7ppfES
Ahora que estamos en época de pactos y la demagogia va a fluir por los poros, vamos a repasar la historia de los acuerdos con el fascismo en España. Y cuando hablo de fascismo, me refiero al real, al italiano y al alemán de los años veinte y treinta del pasado siglo. El mismo que se agita desde las bancadas del PSOE y sus socios no solo contra VOX, sino también contra el PP y Ciudadanos, siguiendo la tesis del “fascismo eterno” del filósofo Umberto Eco.
El primer pacto con Mussolini lo firmó el dictador Miguel Primo de Rivera en 1926. Fue un tratado de amistad valedero por diez años que amplió Franco en 1936, en plena Guerra Civil. Poco después, firmaría otro muy parecido con Hitler. Consistía en una colaboración económica y estratégica para luchar contra el comunismo. No era una alianza militar. También firmaron pactos con el dictador italiano La Falange y líderes monárquicos españoles para conspirar contra la República.
Durante la Guerra Civil, el PSOE también negoció con el fascismo y el nazismo. Lo explico en mi libro El oro de Mussolini. A través del entonces presidente del Gobierno, Largo Caballero, y el embajador en Francia, Luis Araquistáin, —ambos dirigentes del PSOE— celebraron tres reuniones con Mussolini y cuatro con Hitler entre enero y abril de 1937. Les ofrecieron dinero y territorio nacional (Marruecos español, Baleares y Canarias) para salir de la guerra. Sin embargo, diferentes factores malograron el acuerdo. La destitución de Largo Caballero puso fin a las conversaciones.
Esta negociación, calificada por el historiador Ángel Viñas de “grotesca”, es posiblemente una de las mayores vergüenzas en los 144 años de historia del PSOE. No debemos olvidar que, en el momento más grave de la historia de España, los baleares pudimos ser vendidos al fascismo.
Estos son los pactos con el fascismo real en España. Ahora acusan al PP de querer realizar otros en algunas comunidades porque consideran a VOX fascista. La anterior portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, afirmó en 2020: “Llamemos a las cosas por su nombre: son ustedes un partido fascista. Y no es que lo diga yo, es que hacen gala de ello en cuanto pueden”. Asimismo, en la moción de censura de hace dos meses, los socios de Sánchez —sobre todo Podemos— llamaron 21 veces “fascista” a VOX.
Sorprende esta insistencia cuando los mayores expertos han dicho que este partido no es fascista. El historiador italiano Emilio Gentile —actualmente el más respetado en la materia— afirma en su libro Quién es fascista que “no tiene ningún sentido histórico ni político sostener que hoy se está produciendo una vuelta del fascismo en Italia, Europa o en el resto del mundo”. Sobre VOX, Gentile afirma que es “un partido de extrema derecha nacionalista católica” en la línea de “otros partidos de extrema derecha europea”. Indica, por ejemplo, que prohibir el aborto no convierte a nadie en fascista, porque también lo ilegalizaron el Reino Unido en 1929 y la URSS en 1936. Nada como conocer la historia para llamar a las cosas por su nombre.
Uno no sabe cómo era Baleares de conservadora hasta que ve los resultados de las primeras elecciones democráticas. Entre 1931 y 1936 los habitantes de estas islas votaron de manera masiva a las derechas. Y cuando digo masiva quiero decir que sacaban casi el doble de votos y ganaban en prácticamente todos los municipios.
Ustedes se preguntarán cómo puede ser así si en 1936 la mayoría de alcaldes eran de izquierdas. Porque a principios del siglo XX el poder de Madrid era tan excesivo, que los gobernadores civiles hacían y deshacían ayuntamientos a su gusto. Una grave deficiencia democrática que hoy es totalmente incomprensible.
Cuando en las elecciones municipales de abril de 1931 ganaron los republicanos en la mayoría de capitales, Palma iba en sentido contrario. En esta capital salieron elegidos 27 concejales monárquicos por 5 republicanos y 4 socialistas. En los pueblos la tendencia era incluso más conservadora debido al caciquismo. Sin embargo, el gobernador civil nombrado por Madrid ordenó crear una comisión gestora con solo republicanos y eligió de alcalde de Palma al socialista Llorenç Bisbal.
Una de las primeras decisiones fue repetir las elecciones en varios municipios. En la calle todavía se celebraba la proclamación de la República, cuando se volvió a llamar a las urnas. En Palma, la jornada electoral estuvo marcada por la baja participación. El diario católico Correo de Mallorca denunció “coacciones, insultos, amenazas y agresiones” a sus electores. Grupos armados rompieron varias urnas. De repente, distritos donde los republicanos habían obtenido el 46% de los votos pasaban a conseguir el 92%. La conjunción republicano socialista pasó de 9 a 25 regidores en Palma.
En las elecciones generales de 1933 volvió a arrasar el centro-derecha en Baleares hasta el punto de llevarse los siete diputados en liza. En Madrid se formó un Gobierno de derechas que cambió otra vez los alcaldes con la excusa de la revolución de 1934.
Las elecciones generales del 16 de febrero de 1936 se presentaron como un plebiscito sobre el destino de España. Todos los partidos se agruparon en dos grandes bloques: la izquierda y la derecha. Mientras el Frente Popular ganaba claramente las elecciones a nivel nacional, en Baleares la Coalición de Derechas (o de Orden) obtuvo 91.000 votos frente a los 54.000 de la izquierda. Las derechas vencieron en todos los municipios salvo en Calvià y Formentera. En Palma también ganaron en todos los distritos menos en La Soledad-Llevant y Santa Catalina.
Como explica el catedrático Joan Oliver Araujo, “la isla de Eivissa, verdadero feudo de la familia Matutes, era el baluarte más conservador de toda la provincia y muy posiblemente de todo el Estado Español”. En cambio, Formentera fue “el núcleo electoral más progresista del archipiélago”.
El Gobierno en Madrid del Frente Popular ordenó restituir en los ayuntamientos a los alcaldes de izquierda que habían sido suspendidos. Por eso, la mayoría de alcaldes eran de izquierdas en 1936. Ahí se explican las tensiones en los municipios de Baleares, donde el ayuntamiento era de un color y la mayoría de los ciudadanos de otro.